lunes, 12 de junio de 2017

REPLICANTE

Lo que usted diga doctor Frankestein –sonrió la paciente pizpireta.

Con esta frase, acompañada de una fanfarria, finalizó la película, arrancando la hilaridad del público.

Nos levantamos de nuestras butacas y me abrazó entregada cuando apareció mi nombre en los créditos. Señaló orgullosa y me dedicó una sonrisa claudicante.

Cuando la conocí era rebelde, espinosa, jamás le llevaron la contraria; pero tras mi “intervención” incluso aceptó el mote que le otorgué: ella era «mi Pris».

¿Cenamos? –pregunté saliendo del cine.
Como digas. Y, si quieres, ¿puedes contarme cómo se te ocurrió el guion? –suplicó.
No.
Como digas –replicó sonriente.
Todo un éxito –murmuré. Es «mi Pris».

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